Descubre la Definición de Literatura Propuesta por Terry Eagleton

Resumen: «¿Qué es la literatura? » según Terry Eagleton 1) Distintas definiciones probables de Literatura: a) la literatura como una obra de ‘imaginación’, en el sentido de ficción, donde se redacta algo sobre lo que no es verdaderamente cierto b) la literatura como ‘no pragmática’ alegato, que no posee una finalidad práctica instantánea y debe referirse a una situación general. En ocasiones, no en todos los casos, puede emplear un lenguaje singular tal y como si tuviese la intención de dejar ese hecho sin cuestionar, tal y como si quisiese señalar que es una forma de charlar.

Este enfoque se enfoca en la manera de charlar y no en la verdad de la que se charla; En ocasiones, se interpreta tal y como si esto significara que la literatura entiende cierto género de lenguaje haciendo referencia a sí mismo, un lenguaje que charla por sí solo. c) la literatura como las distintas proyectos en las que la gente se relacionan con lo escrito (por ende, la literatura por el momento no se considera como una cualidad o un grupo de características inherentes que se expresan en ciertos géneros de proyectos) d) que la gente llaman a los escritos «literatura «Le semeja bien. contra la mala escritura. 2) La literatura como «obra de imaginación» versus normalistas: En lo que se refiere a la cuenta de la literatura «como una obra de ‘imaginación’, en el sentido de ficción, de redactar sobre algo que no es verdaderamente cierto» Eagleton mantiene que es suficiente con meditar un tanto sobre esta definición para poder ver que no es concluyente puesto que, al distinguir entre “hecho” y “ficción” para comprender qué es, y qué no es, la Literatura, no consigue su propósito, esto es, su definición. Por poner un ejemplo: Shakespeare se considera bajo la rúbrica de la literatura inglesa del siglo XVII, de la misma los ensayos de Bacon, los sermones de John Donne y otras proyectos similares con distintas temas y de distintas campos. Esto es, frente a las adversidades de determinar la literatura desde hechos «reales», «históricos» o «falsos». O basándose en escritos «creativos» o «imaginarios», Eagleton recomienda mudar el enfoque definitorio, el formalista ruso Roman Jacobson, que centra su atención en la utilización concreto del lenguaje.

El creador acusa a la «izquierda cultural» de parar de hablar de capitalismo y menos de explotación o revolución, deseando su alegato sobre la diferencia, sobre la identidad y sobre el marginalismo.

Este emprendimiento de religión laica no tuvo éxito, pero este aspecto de la civilización como medio para poder la salvación popular se realizó mucho más urgente con el desarrollo de la clase obrera. La civilización, según Eagleton, descubrió entonces su nuevo contrario en «Anarchy», un tema que se mostró en la obra del crítico victoriano Matthew Arnold, que el creador considera un perfecto ejemplo de sofisticación intelectual y también hipocresía. Mucho más bien, Eagleton tiene una aceptable opinión de Edmund Burke y Oscar Wilde, a quienes dedica 2 ensayos. El nombre de Burke, afirma, no acostumbra asociarse con los estudios culturales -quizás pues no charló de forma directa del término ‘cultura’- y se le consideraba inmerecidamente un reaccionario. Burke, no obstante, era un liberal antiimperialista que abogó por una visión vanguardista de la civilización como una manera de extenso alcance del inconsciente popular, con seguidores conservadores, como Eliot, y radicales, como Williams. Para Burke, había oposición a la civilización y la política, pero el poder político no podía florecer sin una sensibilidad que atendiese los usos y prácticas de la multitud. Por otra parte, Wilde era una suerte de salchicha donde se conjugaban todos y cada uno de los significados de la civilización. Eagleton destaca su apariencia innovador y apunta que el creador irlandés aguardaba en su ensayo «El alma del hombre bajo el socialismo» (1891) que la mecanización del trabajo liberaría a hombres y mujeres a fin de que tengan la posibilidad de alimentar su individualidad. Para el inteligente irlandés, la misión del socialismo era paradójicamente el individualismo, que no habría estado lejos del propio Marx.​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​ Los dos al unísono estarían en su intención de hacer el condiciones para dejar en libertad al hombre de la dominación del capitalismo.

Eagleton recomienda que la crónica de la Edad Actualizada fue una crónica de la progresiva desacralización del ideal de cultura, como lo comprendían quienes lo planteaban como gerente de la religión. Por distintas causas, la civilización perdió su inocencia transcurrido el tiempo al entremezclarse en los temas del poder político, que la usó para sus objetivos. Este desarrollo no se habría producido sin el surgimiento de la «industria cultural», con la aparición del cine, la radio, la televisión, la música grabada, la propaganda, la prensa de masas y la literatura habitual, que dejaron que la civilización transitara por la vida popular de una forma planeta jamás antes visto. forma. Eagleton arguye que la civilización se encontraba subsumida en la producción general de mercancías y, «lejos de proveer un contrapoder», de forma frecuente era cómplice de él.

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