Descubre cómo aprenden los niños de 6 a 12 años

Partimos de la cuenta de que no hay 2 pequeños iguales y que las diferencias entre ellos son múltiples y visibles, si bien tengan exactamente la misma edad y muchas otras situaciones en común. No obstante, hay especificaciones evolutivas recurrentes propias de cada etapa que son consecuencia del desarrollo de maduración de los pequeños. Estos cambios se reflejan en las distintas áreas de su avance.

Estudio de una segunda lengua en la adolescencia (desde los 12 años)

Desde este instante, el cerebro consigue el potencial de un adulto. A fin de que consigas imaginar opciones, desarrollar hipótesis y también ir alén de lo preciso.

En este punto, va a poder extrapolar lo que ha aprendido en un contexto o situación especial a múltiples otras ocasiones. En esta etapa los chicos tienen que expresarse, es esencial que les demos ocasiones pues les va a dar la posibilidad de desarrollar sus mapas mentales.

Fuerza, resistencia y elasticidad

La psicomotricidad fina está muy creada y dejará al niño redactar y dibujar con mayor precisión. Maduran a nivel físico de manera continua y tienen la capacidad de coordinar y acompasar los movimientos bastante superior que antes, incrementando su fuerza, resistencia muscular y elasticidad. Pero, si esto no se trabaja, se pierde un tanto a los 9 o diez años. Por consiguiente, es buen instante para hacer deporte en tanto que tienen la capacidad de entender las reglas de su práctica y la aptitud escencial para superarse.

Los cambios en órganos tan esenciales como el cerebro son vitales para su avance intelectual y cognitivo. Entre los 7 y los 8 años, el cerebro previo medra de manera significativa, de la misma los lóbulos frontales, y el cuerpo calloso asimismo madura. Estos cambios dejarán al niño prosperar su aptitud de estudio, ser mucho más creativo y entender conceptos mucho más complejos.

Ahora, exploramos 5 formas en que los mayores tienen la posibilidad de contribuir al estudio de los pequeños:

1. Preste atención a las señales y prosiga sus intereses. Aparte de sugerir aprecio y aprecio, básicos en sí mismos, el adulto puede admitir y contestar a los métodos de comunicación del niño, por poner un ejemplo:

• Denominar el objeto o acción que se vende por interés: “¿Qué te refieres a? ¡Vaya! Libro de cuentos del sol y la luna!
• Contestar si el niño sonríe o se ríe mientras que está en acción: «Disfrutas que te realice cosquillas en los pies, ¿verdad?»
• Háblale de lo que pasa: “¡Sí! Te pongo los calcetines a fin de que no poseas los pies fríos”.

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